sábado, 11 de junio de 2005

Flores Muertas

Y las flores secas,
marchitas,
ahogadas del pasado
volvieron a reaparecer
con ese rostro desagradable
con esas ganas de nada,
con ese esperar quebrado,
con esas manos vacias
y ese sueño flagelado.

Aún atesoro ese alma vacia
buscando moldearla,
sacar el ser detrás de la cáscara.

Desplegando mis flores nuevas,
y mis sueños intactos
tirándolos al precipicio.

Y no puedo dar la espalda por mi
naturaleza optimista.
Y no me callo,
Y soy yo sin ser todavía.

Pero cuando ya no me reflejo,
es que nunca me reflejo.
El espejo se oscurece por
sentimientos superfluos.

Y todo es nada,
y nada es todo
como siempre,
y el siempre no existe,
para siempre y sin final.

Y cuando hablo,
ya ni sé quien escucha,
o quien me vé,
o quien me toca.

Porque no hay nadie
y nadie es él,
y él son todos.
Y todo es lo mismo.

Y ya no me escucho,
no me hablo,
y me hundo en esos
pensamientos inundados
de incertidumbres.

Y esos nombres,
y esos rostros velados
nublan mi conciencia.

Y todo es todo,
y el sentimiento explota
y no hay nadie.

Y esta noche,
como aquella
que no es aquella
porque no es pasado.

Y anoche que no fue anoche
pudiendo ser pasado,
por no querer,
por buscar un contrato
de madrugada firmado,
no fue,
y se perdió en ese olvido
en esas palabras que
no se dijeron,
en esos besos contenidos.

Cuando algo no está bien,
es mejor hacer acuse de recibo,
para que no sea tarde,
y pueda borrarse con los hechos,
lo que los labios se negaron a pronunciar