jueves, 20 de agosto de 2009

Despedida

Pues, mi humilde intención no era molestarlo en sus cavilaciones, simplemente establecer la obligación burguesa de la cortesía del saludo, y el placer de intercambiar reseñas históricas de un mundo tan amoldado y frívolo, porque mi aniñada esencia no admite tantas inequidades, como ver su nombre congelado e indiferente en mi ventana, entonces, sin hacerlo cómplice de mis ilusos requerimientos y entendiendo finalmente su intención omisa de escuchar mi voz y no ser igual a todos los humanos, me retiro sin mas, para pasar a una eternidad sin opacidades, nunca derrotada, siempre con sueños, y con un saludo alado.

Muy atte.

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